OpenAI está destacando con sus avances en inteligencia artificial, como ChatGPT. Sin embargo, es importante recordar que sigue siendo una startup en comparación con gigantes como Microsoft y Google. Esto supone ciertos desafíos, principalmente en el ámbito financiero.
Estructura organizativa inusual
La parte de OpenAI que genera ingresos, liderada por Sam Altman, opera bajo una organización sin ánimo de lucro. Esta estructura ha sembrado dudas entre inversores. Altman busca reestructurar la compañía para atraer más inversión privada y avanzar hacia una inteligencia artificial general (AGI). No obstante, este plan ha encontrado obstáculos recientemente.
La junta directiva de OpenAI decidió mantener el control desde la entidad sin ánimo de lucro tras consultar con las fiscalías de California y Delaware, quienes cuidan el estatus legal de estas organizaciones. Este anuncio fue realizado por Bret Taylor, presidente de la junta, en un comunicado oficial.
Influencia de Elon Musk
Elon Musk había criticado a OpenAI por intentar reorganizarse, alegando que la compañía se apartaba de su objetivo de desarrollar una IA segura para la humanidad. La decisión de mantener la estructura actual refuerza parcialmente su postura, al menos por ahora.
Mirando hacia el futuro
A pesar de los obstáculos, OpenAI sigue adelante con un cambio clave. Se prevé que su organización comercial opere como una Corporación de Beneficio Público (PBC). Esto no implica una separación de la entidad sin ánimo de lucro, que mantendrá la voz principal.
Se están negociando los detalles de esta supervisión, pero es probable que la entidad sin ánimo de lucro designe a los miembros de la junta de la nueva PBC. Esto podría complicar futuras rondas de financiación, ya que los intereses de OpenAI no se centran solo en generar dividendos, algo que podría preocupar a inversores más tradicionales.
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